La banda ucraniana 1914 vuelve a sumergirse en la crudeza histórica con su nuevo álbum Viribus Unitis, un trabajo donde el metal extremo funciona como vehículo para narrar la devastación emocional y física de la Primera Guerra Mundial. Su vocalista Ditmar Kumarberg se mantiene fiel a su obsesión por la documentación real: cartas, diarios, informes militares y testimonios directos que se transforman en un relato estremecedor, casi cinematográfico, del frente oriental.
Ditmar insiste en que cada detalle tiene sentido. Explica, por ejemplo, por qué el disco abre con el himno del Imperio Austrohúngaro. “Mucha gente piensa que es el himno alemán, pero no lo es. Es el himno del imperio al que pertenecía nuestro protagonista, un lugar donde las fronteras eran distintas y donde Ucrania estaba integrada en un sistema enorme y opresivo. Sin ese contexto no existe la historia”.
Sobre la identidad del soldado cuya vida inspira el disco, Ditmar mantiene el misterio. “No diré si existió de verdad o no. Pero todas las cartas, los reportes y los eventos son reales. No quiero que la gente piense que 1914 escribe fantasía épica. Nosotros buscamos mostrar el horror tal y como fue. Sin filtros”.
El vocalista también detalla su método creativo: primero la investigación, luego la música. “Nosotros no componemos riffs y después pensamos de qué tratará el disco. Primero estudiamos la guerra, la vida en las trincheras, la política del imperio, los movimientos militares… Después cuento toda esa historia a los chicos y recién ahí empieza a surgir el sonido. El metal no es la meta, es el conducto”.
El uso de samples históricos, voces originales y canciones de la época no es una estrategia estética, sino emocional. “Quiero que el oyente se sienta dentro del fango, que escuche lo que escuchaban los soldados. Cuando añadimos esos fragmentos, el impacto es más profundo que cualquier blast beat”.
A mitad de la conversación surge un tema inevitable: la responsabilidad artística al hablar de la guerra. Ditmar es tajante sobre lo que considera un enfoque vacío. “Sabaton no tiene profundidad histórica, solo clichés épicos. No hay tragedia, no hay humanidad. Es entretenimiento. La guerra no puede tratarse así”. Y contrasta esa visión con bandas como Kanonenfieber, cuyo rigor histórico respeta. “Ellos investigan. Se nota que sienten el peso real de lo que están narrando”.
Hablando de su nuevo vocalista invitado, Aaron Stainthorpe, Ditmar se muestra entusiasta. “Su voz tiene algo litúrgico, algo que te obliga a detenerte. Era exactamente lo que necesitaba una canción sobre supervivencia y pérdida. Cooperar con él fue como sumar otra capa de tragedia al disco”.
En un momento más reflexivo, Ditmar habla de lo que significa bucear constantemente en la historia más sangrienta del siglo XX. “A veces es agotador. Hay historias que te dejan mal un par de días. Pero si nosotros no contamos esto, ¿quién lo hará? La gente debe recordar que la guerra no es épica. Es destrucción, miedo y soledad. No queremos glorificarla. Queremos que duela”.
Para el vocalista, Viribus Unitis es, ante todo, una carta a los olvidados. “El mundo recuerda a los generales y a los emperadores. Nosotros queremos recordar a los soldados que nadie menciona. Los que murieron sin nombre, los que regresaron destrozados, los que nunca volvieron a ser los mismos”.
Formados en Ucrania en 2014, 1914 ha construido una trayectoria única dentro del metal extremo al combinar blackened death metal, ambientación histórica y una rigurosa investigación documental. Sus discos funcionan como crónicas bélicas musicales centradas en la Primera Guerra Mundial, utilizando fuentes reales para recrear la brutalidad psicológica y física del conflicto. Con álbumes como The Blind Leading the Blind, Where Fear and Weapons Meet y ahora Viribus Unitis, la banda se ha consolidado como uno de los proyectos más intensos, serios y emocionalmente devastadores del metal contemporáneo.


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