Lo que podría escandalizar a más de un padre conservador es descubrir cuán profundamente literaria puede llegar a ser la música heavy metal. Mientras ellos se aferran al cliché de los riffs satánicos y los alaridos guturales, los metaleros de corazón saben bien que bajo la distorsión se esconden referencias cultas, mitos arcanos y demonios surgidos directamente de las páginas más oscuras de la literatura clásica.
Porque para los fans del metal, los libros polvorientos de autores victorianos y los relatos pulp de principios del siglo XX no son simple lectura: son grimorios, son evangelios profanos. La literatura de terror y fantasía ha sido, desde los días fundacionales del género, una fuente inagotable de inspiración. Y entre todos los autores que han invocado a las musas del horror, uno destaca con tentáculos y todo: el legendario y controvertido HP Lovecraft.
Howard Phillips Lovecraft no era precisamente el tipo de persona que invitarías a una fiesta. Detestaba el alcohol, despreciaba el tabaco y miraba con sospecha a todo aquel que no proviniera de la rígida y blanca Nueva Inglaterra. Su racismo era notorio, hasta para los estándares de su época. Su visión del mundo estaba plagada de miedos xenófobos y misántropos. Pero —y aquí es donde las cosas se ponen densas— su obra literaria dio vida a algunos de los conceptos más vastos, terroríficos e imaginativos de todo el siglo XX.
En su universo ficticio, la humanidad no es más que un accidente cósmico, un error que habita las ruinas olvidadas de una era anterior, cuando monstruos colosales de otras dimensiones caminaban libremente por la Tierra. Criaturas anfibias, dioses ciclópeos y abominaciones que fusionan ciencia y magia con un desprecio absoluto por la vida humana. Entre ellas, destaca la imponente figura de Cthulhu: mitad pulpo, mitad dragón, y todo pesadilla. Vive, o duerme, en la sumergida ciudad de R’lyeh, esperando el momento de despertar y consumir al mundo.
Pero Cthulhu no está solo. Lo acompañan entidades como el pestilente Yog-Sothoth, el inquietante y cambiante Nyarlathotep, el abisal Dagon y otras entidades que parecen salidas de un mal viaje de ácido mezclado con grimorios sumerios. Y todos ellos comparten un mismo objetivo: regresar, arrasar con la civilización humana y reclamar su dominio ancestral sobre la Tierra.
En el metal, esta visión apocalíptica encajó como un guante ensangrentado. Lovecraft ofrecía una narrativa del fin del mundo a gran escala. No estamos hablando aquí de diablos con cuernos haciendo pactos en cementerios. Esto va mucho más allá: dioses alienígenas que ignoran la moral, que no tienen alma ni redención, que no buscan esclavizar, sino erradicar.
Además, su cosmovisión ofrecía una alternativa brutal a la típica imaginería de la magia negra. En vez de rituales satánicos con pentagramas y velas, los cultistas lovecraftianos danzaban desnudos bajo lunas ajenas a nuestro sistema solar, invocando a cefalópodos interestelares con idiomas impronunciables y grimorios prohibidos.
Ese nihilismo, esa desesperanza absoluta que impregna sus textos, conectó de inmediato con el metal extremo. En el mundo de Lovecraft, los dioses no solo detestan a los humanos: quieren borrarlos del plano existencial. No hay redención. No hay héroes. Solo el horror cósmico y la certeza de nuestra insignificancia.
Este año, el viejo Howard Phillips Lovecraft cumpliría 129 años si no se lo hubiera tragado el mismísimo Necronomicon. Y aunque su legado sigue generando debates por sus posturas personales, lo cierto es que su influencia sobre el heavy metal sigue siendo tan poderosa como los antiguos que habitan sus cuentos.
Así que prepárate para sumergirte en los abismos sónicos del horror cósmico: repasamos algunas de las canciones más brutales, oscuras y pesadillescas que el metal ha parido bajo la sombra tentacular de Lovecraft.
### 🔥 “The Thing That Should Not Be” – Metallica (1986)
Del mítico *Master of Puppets*, esta pieza densa y ominosa evoca a los Primigenios dormidos en las profundidades, con letras que hacen referencia directa a los horrores del Necronomicón y a Cthulhu. El riff lento y opresivo es casi una transcripción sonora del miedo cósmico.
### 🔥 “Cthulhu Dawn” – Cradle of Filth (2003)
Una pieza que combina el caos del black metal sinfónico con las atmósferas lovecraftianas. Aquí, la banda británica le rinde tributo al retorno del Gran Durmiente, con letras cargadas de referencias a R’lyeh y la locura que se arrastra.Aunque Cradle of Filth suele navegar con más frecuencia entre las nieblas de Bram Stoker y Sheridan Le Fanu, hubo un momento en que Dani Filth no pudo resistirse a la llamada de lo arcano. A principios de los 2000, una fuerte corriente lovecraftiana se filtró en su lírica y estética, cristalizando en la compilación del 2002 Lovecraft & Witch Hearts, una oda gótica a lo siniestro y lo innombrable.Pero fue un par de años antes, en el disco Midian (2000), donde esta fascinación se manifestó con más crudeza y poesía retorcida. La pista de apertura del álbum escupe versos que parecen sacados de una pesadilla cósmica:
“Salpiquen las estrellas / Apaguen su luminosidad / Con nuestro chinche amniótico / Promulgando el nacimiento / De otro Infierno en la Tierra…”
La imagen es tan grotesca como majestuosa, y parece diseñada para invocar a los Primigenios desde los abismos.
Y como si hiciera falta más prueba del influjo lovecraftiano, solo basta mirar la portada: un vampiro de ojos vacíos y cabello-tentáculo se cierne sobre el espectador como si hubiera escapado directo de una pesadilla de R’lyeh.
### 🔥 “The Call of Ktulu” – Metallica (1984)
Instrumental épico del álbum *Ride the Lightning*. Su título y atmósfera nacen del cuento *The Call of Cthulhu*. Kirk Hammett reconoció haber descubierto a Lovecraft gracias a Cliff Burton, y eso se siente en cada nota espectral de este tema.Uno de los legados más poderosos que dejó Cliff Burton en Metallica fue su profunda obsesión por el universo oscuro y retorcido de H.P. Lovecraft. El bajista trajo al corazón de la banda ese sabor a horror cósmico que supura en temas como *The Thing That Should Not Be, pero hay una pieza que encapsula con perfección ese culto a los dioses indescriptibles y colosales del escritor de Providence: el tema instrumental que cierra el álbum *Ride the Lightning (1984)Sin una sola línea vocal, esta composición logra invocar el peso abrumador y la presencia inmensurable de las criaturas lovecraftianas. Porque, seamos honestos: ¿quién demonios necesita palabras cuando lo que contemplas es tan antinatural que te destruye la mente con solo existir?
### 🔥 “Behind the Wall of Sleep” – Black Sabbath (1970)
Inspirado en el cuento corto homónimo de Lovecraft, esta joya del primer álbum de Sabbath mezcla psicodelia y oscuridad primigenia, evocando los sueños y pesadillas donde los Dioses Exteriores susurran.En el relato corto Beyond the Wall of Sleep, Lovecraft nos lleva más allá del velo de la locura para revelarnos que un supuesto "montañés degenerado", encerrado en un manicomio, no es solo un lunático… sino una entidad luminosa de otro plano astral. Un ser de energía pura atrapado en la prisión de la carne. La historia refleja los temores más íntimos del autor: tanto su padre como su madre murieron en el mismo hospital psiquiátrico, y Lovecraft siempre temió heredar esa sombra. Pero también es un guiño a su anhelo: que incluso una mente rota pueda albergar un alma cósmica y majestuosa.Para Black Sabbath, sin embargo, todo este rollo parece más bien una excusa perfecta para romper las cadenas de lo físico y lanzarse a una experiencia psicodélica de proporciones astrales, probablemente con ácido de alta pureza. Más que horror, lo suyo es un viaje lisérgico directo a las estrellas… sin regreso garantizado.
### 🔥 “The Ancient Ones” – Morbid Angel (1991)
En su apogeo, Morbid Angel no solo rindió culto a lo blasfemo, sino también al terror cósmico. Esta canción extraída del álbum Blessed Are the Sick invoca a los Antiguos con un lenguaje casi arcano y una furia sónica despiadada.**Pocas bandas de death metal han abrazado el universo lovecraftiano con tanta devoción como los titanes floridanos de Morbid Angel.Desde el momento en que te topas con el nombre de su guitarrista —Trey Azagthoth, un guiño directo a uno de los Primigenios más oscuros del panteón Lovecraftiano sabes que aquí no hay coincidencias ni pose barata.
El culto a H.P. Lovecraft fluye como sangre espesa en las venas de su discografía, desde los himnos demente-rituales de su debut "Altars of Madness" (1989), hasta la locura disonante y esotérica de "Blessed Are The Sick" (1991), donde se sumergen de lleno en esos abismos de horror cósmico y entidades imposibles que habitan los rincones más pútridos del infierno.
Para Morbid Angel, los Mitos no son solo inspiración literaria: son doctrina, son arte oscuro, son la médula del caos que escupen en cada riff. Aquí no hay tentáculos de plástico ni monstruos de celuloide: hay geometría no euclidiana hecha sonido.
### 🔥 “Rigor Mortis” - Re-Animator (1988)
Una historia de horror que muchos olvidan que salió de la pluma de H.P. Lovecraft es *Herbert West: Re-Animator. Sí, ese delirio gore de no-muertos que Stuart Gordon llevó al cine en 1985, transformándolo en una comedia de terror delirante que no ha perdido su poder de shock ni su culto sangriento. Aunque la película se lleva gran parte de la fama con su mezcla de vísceras y humor negro, el relato original de Lovecraft es un cóctel siniestro de ciencia torcida y obsesión por desafiar a la muerte
Y es precisamente esa locura la que inspiró a los tejanos de Rigor Mortis, pioneros del proto-death metal, en su debut de 1988. El resultado: un homenaje retorcido y ruidoso que canaliza tanto el espíritu del cuento original como la energía desquiciada del filme de Gordon. Riffs frenéticos, gritos como de resurrección agónica y una energía que huele a formol y cementerio.
### 🔥 “Death Breath” – Flabby Little Things from Beyond (2005)
Solo Death Breath, ese engendro sueco de metal podrido fundado por Nicke Andersson (sí, el mismo que aporreaba los parches en Entombed), podría hacer que H.P. Lovecraft** suene casi divertido… a su manera enferma, claro.
En lugar de ahogarse en las descripciones barrocas y el lenguaje recargado de los relatos del maestro de Providence, la banda opta por una visión más viscosa y pulp: tentáculos de goma, baba verdosa y monstruos salidos de películas de horror de los 60 y 70, más cercanos a la serie B que al mito literario puro.
El resultado: canciones veloces, crujientes y podridas, death metal rudo con olor a formol, donde el culto a Cthulhu se celebra a base de riffs mugrientos, letras enfermas y una devoción absoluta por los dioses de la locura… con moco radiactivo incluido.
### 🔥 “The Nameless City” – Nox Arcana (2004)
Aunque más orientado al dark ambient gótico, esta pieza se cuela en esta lista por mérito propio. Nox Arcana captura como pocos el horror atmosférico de los Mitos.
Extraído del segundo álbum del dúo musical neoclásico dark ambient Nox Arcana Necronomicon fue publicado en 2004.deal para escuchar con la luz apagada y una copia del *Necronomicón* al alcance.
### 🔥 “Dunwich” – Electric Wizard (2007)
The Dunwich Horror, uno de los relatos más famosos de Lovecraft, narra cómo una bruja del bosque engendra a dos gemelos impíos empeñados en traer el apocalipsis. Esta historia fue una de las pocas que logró dar el salto a la gran pantalla con una película notable de 1970, y es precisamente esa versión grindhouse la que capturó la atención de los maestros del stoner doom, Electric Wizard.
Con su obsesión por el cine de terror sucio y decadente, la banda retomó la leyenda para darle un giro oscuro y denso en su tema Dunwich. El resultado es una de las canciones más hipnóticas y extrañas del listado, un riff pesado y envolvente que hace honor a la atmósfera infernal del cuento, mientras la letra añade un toque moderno y retorcido: para los hijos de Dunwich, “la droga adormece el dolor”.
Un himno para los que viven al filo de lo sobrenatural y lo psicotrópico, con la marca registrada de Electric Wizard: riffs que aplastan y un aura que te envuelve en la niebla de lo desconocido.
### 🔥 “At the Mountains of Madness” – Orphaned Land (2004)
Inspirada en el relato homónimo de Lovecraft, esta banda israelí mezcla metal progresivo con folk de Medio Oriente para contar la historia de una expedición condenada en la Antártida. Riffs pesados y melodías exóticas para un relato gélido.


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